Fuente: EL PAÍS Madrid - 12-06-2004
20 de Agosto de 2004. Tal día como hoy hace ya cinco años un misterioso cristalito (versión oficial) provocó que nuestro monte Abantos comenzara a arder por su ladera colindante a la urbanización El Zaburdón.
Muchos de los que estáis leyendo este texto recordaréis como se produjeron los trágicos acontecimientos: los bomberos tardaron alrededor de 20 minutos en aparecer y cuando aparecieron ya nada podían hacer por contener las inmensas llamas que devoraban los pinos centenarios, por la noche el fuego siguió avanzando e incluso se tuvo que desalojar el hospital y el camping. A la mañana siguiente el paisaje era desolador: una mancha negra se extendía por toda la montaña hasta casi llegar al Valle de los Caídos. Ese mismo día, el antiguo presidente de la Comunidad de Madrid y alcalde ahora de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón nos llenó la cabeza con números esperanzadores para la reforestación y nos prometió que en la zona del incendio no se construiría jamás y que se protegería la zona del Prado de la Era.
El resultado final de esta catástrofe fueron 476 hectáreas calcinadas y un daño moral para la mayoría de los ciudadanos de este pueblo, no todos, a los que aun se nos remueve el recuerdo y la indignación cuando vemos la ladera totalmente inerte, sin un atisbo de una recuperación ecológica normal. Muchos otros, como por ejemplo propietarios de empresas de talas de árboles quemados, viveros que se dedicaran a reforestar, empresas de mallas y forjas para vallar el monte, constructores, inmobiliarias etc. estarían en sus casas frotándose las manos pensando e imaginando el gran negocio que se les estaba abriendo poco a poco. Reflexionando un poco esto nos lleva a plantearnos una pregunta: ¿A quién no le interesa que se queme el monte?
Pero las palabras que pronuncio Gallardón al pie del incendio se marcharon con el viento a algún lugar desconocido y como si no se acordara de nada de lo que prometió, en mayo del 2002 su ejecutivo aprobó que las constructoras levantaran 575 pisos y 92 chalés pareados a los pies del monte Abantos. El Gobierno regional consideró que la finca Prado de la Era, adyacente al monte de Abantos, podría ser ya urbanizada, a pesar de que la Consejería de Medio Ambiente la calificó en 2000, tras el incendio forestal que arrasó Abantos, como 'punto de referencia de la futura regeneración forestal'. Los técnicos forestales dijeron que el desastre ecológico había sido de tal calibre que para que la zona se regenerara era necesario que Prado de la Era no se urbanizara y permaneciera con la vegetación y los árboles que ahora presenta. Desde Prado de la Era, la flora y la fauna volvería con el paso de los años a Abantos, que no estará completamente regenerado hasta dentro de 10 lustros.
Pero como dice el refrán, del dicho al hecho hay mucho trecho y hoy en día todos podéis contemplar lo que se está llevando a cabo en la zona donde comenzó el incendio. Las máquinas comenzaron a excavar hace 3 meses más o menos y ya tienen toda la ladera, que no monte, según algunos, taladrada y lista para enfoscarla de toneladas de hormigón y ladrillos. El precio de los 73 chalés de lujo que se enmarcan dentro de la urbanización Monte Escorial ronda los 70 millones de las antiguas pesetas, lo que hace les hace muy poco accesibles a la gente trabajadora de este pueblo, por lo que se puede deducir que San Lorenzo aumentará su poder como ciudad dormitorio pero disminuirá su calidad de vida, muy estropeada hoy en día debido entre otras cosas a las elevadas tasas de los impuestos o a los pocos servicios sociales disponibles. Se supone que por un lado se destruye pero por otro se conserva. Nadie debería tener la conciencia tranquila porque esto ni siquiera es del todo cierto. Hay áreas protegidas de la Comunidad de Madrid que, pese a los loables esfuerzos de sus gestores, no dejan de estar sometidas a un notable abandono en muchos sentidos, y continuamente sufren el acoso de nuevas obras e infraestructuras, de la creciente presión humana, y de la contaminación de aire, aguas y suelos.
Los trámites para crear el deseable Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama se siguen retrasando mientras avanzan planes urbanísticos que sólo quieren dar urgentes mordiscos a nuestro paisaje allá donde el futuro Parque, una vez aprobado, lo dificultaría. Fuera de las áreas "protegidas", nuestro campo, diverso y valioso como pocos gracias a la privilegiada situación geográfica de la provincia, se asfixia y cede terreno a pasos agigantados, reducido y fragmentado en islas cada vez más pequeñas y deterioradas, en medio de un mar de urbanismo desbocado.
En conclusión, no hay mayor daño ambiental que la destrucción total del hábitat: lo que ya se ha hecho en Madrid es absolutamente irreversible, como lo será el enorme daño que todavía está por venir.
Nadie nos devolverá los paisajes arrasados por muchas promesas, y mucha demagogia barata que hagan.
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